Algunos de nuestros problemas de ansiedad, estado de ánimo y de los agobios que sentimos están relacionados con la forma errónea que tenemos de ver o conceptualizar a los demás, a las situaciones a las que nos enfrentamos, y a nosotros mismos. Estos pensamientos siguen una serie de pautas:
Malos pensamientos:
Reflexiona un poco y contesta a las siguientes afirmaciones indicando si estás de acuerdo o no:
TOTAL: Sí_____ No______
La respuesta sana es decir “no” a todas las cuestiones. Veamos por qué.
En determinadas situaciones nos autoexigimos hacer ciertas cosas o comportarnos con la gente de una forma que nos obliga a realizar un esfuerzo muy grande. Esta autoexigencia la vivimos como una obligación, un deber, algo que necesariamente hemos de realizar.
Si analizamos estos deberes vemos que se refieren a aspectos que “estaría bien” que se llevaran a cabo (en algunos casos ni siquiera eso), pero que no existe ninguna razón para que se conviertan en una obligación. Somos nosotros quienes les damos esa categoría y es el hecho de pensar así lo que nos lleva a agobiarnos.
Observemos la diferencia entre:
Ejercicio.- Haz el mismo trabajo del ejemplo anterior con todas las afirmaciones a las que hayas contestado que SÍ.
Ejercicio.- Busca en tu día a día tus pensamientos “yo debería” y aplícales el mismo “tratamiento”.
En ocasiones algunas situaciones nos parecen “terribles, horribles”, tremendamente dramáticas y negativas. No nos referimos a situaciones que son realmente terribles, sino a aquéllas que sin serlo las vivimos como tales. Veamos algunos ejemplos:
Analicemos una de estas afirmaciones objetivamente y veamos si son realmente tan graves o es nuestro pensamiento catastrofista el que nos hace sentir agobiados.
Lo revisamos, transformando esta afirmación en otras más objetivas y realistas:
¿Con cuál te quedas con el original o con la revisión?
Ejercicio.- Busca tus tres “horribles” favoritos, escríbelos a continuación y revísalos como en el ejemplo anterior. ¿Provocan en ti el mismo sentimiento de agobio o ansiedad?
Hay momentos en los cuales utilizamos categorías extremas a la hora de pensar en lo que nos sucede. Utilizamos términos absolutos como “todo”, “nada”, “siempre”, “nunca”, “todos”, “nadie”, etc.
Analicemos estas afirmaciones objetivamente y veremos que son razonamientos muy extremos y que se pueden convertir fácilmente en “algo – algunas veces – algunos”.
Por ejemplo, revisemos “nunca lo conseguiré”
Ejercicio.- Busca tus “todo – nada – siempre” y transfórmalos. ¿Provocan en ti el mismo sentimiento de agobio o ansiedad?
«Somos nosotros quienes les damos esa categoría y es el hecho de pensar así lo que nos lleva a agobiarnos.»
Nuestras actitudes, nuestra manera de pensar, nuestras creencias, nuestra manera de afrontar los conflictos,… condicionan nuestro nivel de cortisol y nuestra ansiedad.
Conocer, prevenir y afrontar la ansiedad.