Cuando percibimos el peligro nuestro cuerpo inicia el mecanismo de respuesta de ansiedad incrementando notablemente la producción de adrenalina y cortisol.
El cortisol es la hormona del estrés pero tiene otras dos funciones importantes, nos mantiene activos a lo largo del día y regula nuestro sueño por la noche. Por tanto un nivel moderado de cortisol es necesario. El problema surge cuando el nivel de cortisol se mantiene alto de manera constante, provocando daños en nuestro organismo.
A menudo nuestro cuerpo se pone inconscientemente en estado de alerta debido a nuestras propias actitudes psicológicas y nuestras emociones.
Emociones ante situaciones que aún no han ocurrido, como la impaciencia, la angustia, la ira y el miedo, pueden producir el mismo tipo de impulsos nerviosos y de reacciones químicas que si nos enfrentásemos a una situación real y concreta.
Lo mismo ocurre con los temores o miedos imaginados.
“Nuestras actitudes, nuestra manera de pensar, nuestras creencias, nuestra manera de afrontar los conflictos, etc., condicionan nuestro nivel de cortisol.”
¿Quiere eso decir que nuestro pensamiento puede alterar la bioquímica cerebral?
La respuesta es que SÍ.
Podemos entrenar nuestro pensamiento para reducir el nivel de cortisol y aumentar el de serotonina.
Nuestro cerebro tiene una gran plasticidad y mediante el aprendizaje genera nuevas conexiones neuronales. Es imprescindible dedicar tiempo a fortalecer los aprendizajes positivos. Es un entrenamiento, como el que hacemos para fortalecer nuestros músculos, para aprender a practicar un deporte o tocar un instrumento musical, pero mucho más importante.
A continuación proponemos tres ejercicios que podrán ayudarte a entender y gestionar tu ansiedad:
Habitualmente ocurre lo siguiente: en el paso 1 tienes alrededor de 70 pulsaciones y tras la visualización tus pulsaciones han aumentado entre un 15 y un 40 %. ¿Cómo es posible que esto ocurra si no te has movido de la silla?
Tu cuerpo se ha preparado para afrontar lo que tú vives como un peligro. Tu respuesta de ansiedad se ha activado. Tu pensamiento ha generado una respuesta emocional de miedo o angustia.
Tu pensamiento tiene mucho poder. Aprende a entrenarlo.
Aprender a focalizar en tus micro respuestas fisiológicas e intervenir en ellas antes de que se hagan más grandes, previene que se siga desencadenando la ansiedad.
Tengo la hoja en blanco del examen delante de mí y me doy cuenta de que mi respiración se acelera, soy consciente de la respuesta fisiológica.
Intervengo, empiezo a respirar con el diafragma, lleno la boca de saliva, mastico chicle, actúo para contrarrestar la primera respuesta fisiológica para que no se desencadene toda la secuencia ansiosa.
A lo largo de las siguientes 24 horas:
Nuestras actitudes, nuestra manera de pensar, nuestras creencias, nuestra manera de afrontar los conflictos,… condicionan nuestro nivel de cortisol y nuestra ansiedad.
Conocer, prevenir y afrontar la ansiedad.