Existen diferentes autores y teorías, pero podemos considerar que estas son las emociones básicas: enfado, tristeza, miedo, alegría, amor y sorpresa.
Partiendo de las seis emociones básicas, añade otras tres que pertenezcan a la misma familia o grupo. Busca palabras que para ti representen mejor el significado de cada emoción, que te sirvan para reconocerlas en tu día a día.
El siguiente paso es que ubiques dónde las sientes, en qué parte de tu cuerpo vives cada una de esas emociones. Es un ejercicio muy interesante. Empezamos con un ejemplo, continúa con tu propia lista e indica dónde las sientes:
Ya conocemos las emociones básicas, ahora vamos a profundizar un poco más. Greenberg clasifica las emociones en primarias, secundarias e instrumentales.
Responden a nuestras necesidades más básicas aunque no siempre nos informan adecuadamente. Pueden ser adaptativas o desadaptativas:
Esconden nuestras verdaderas emociones para hacernos sentir bien con nuestras creencias, valores y con la propia autoimagen.
Las usamos para conseguir un objetivo de manera consciente o inconsciente. Pretendemos que las personas que nos rodean reaccionen de una determinada manera cuando mostramos esas emociones:
Haz una lista. Busca en tu día a día emociones que cumplan con los criterios expuestos más arriba.
En cualquier caso debemos ser conscientes de que, sean del tipo que sean, las emociones indican necesidades. Es muy importante saber cuáles son esas necesidades, para darles una respuesta adecuada, o para revisarlas.
Haz el ejercicio «Mi registro emocional» para conocer mejor tus emociones.
Conocerse mejor para construir nuevas maneras de percibir, sentir y actuar.
Ser capaz de generar emociones positivas para afrontar mejor los desafíos de la vida.